La estrategia del Gobierno, que vuelve una y otra vez sobre ese modelo de denuncia pública, apunta a convertir a quienes piensan distinto en sospechosos políticos. Es un método sencillo y económico, porque la sola acusación política alcanza para procesar y condenar, en un sólo acto, al réprobo de turno.
Por Adrián Ventura
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