miércoles, 18 de junio de 2008

“Deseo ser una Presidenta de paz”

“Deseo ser una Presidenta de paz, construir puentes de hermandad, un país federal, un país progresista, un país integrado al mundo, pero sobre todo un pueblo feliz donde se pueda discutir y debatir sin adjetivaciones, sin agravios, con propuestas alternativas y viables”. Discurso de asunción 10 de diciembre de 2007.

Por el Arq. José Marcelino García Rozado

La decisión de la Presidente de enviar al Congreso el debate sobre las retenciones esconde mucho más de lo que dice, aquel estaba en línea con su reclamo público de retomar el diálogo, pero esconde otra nueva frustración para el sector agrario nacional, pues el envío realizado a la Cámara de Diputados es para “aprobar” o “rechazar” los decretos a carpeta cerrada. La muy curiosa mutación es otra chicana más para seguir generando enfrentamientos sociales escondidos tras la piel de cordero de una democratización nunca pensada desde el poder, no hicieron ni causaron ningún resultado las letanías exasperadas de algunos gobernadores, intendentes y jefes territoriales que ven como semejante tozudez los arrastra hacia el precipicio tan temido. Los resultados de esta nueva pantomima se conocerán en pocos días cuando se descubra en toda su magnitud la jugada llevada a cabo desde Olivos. Este patear para adelante un conflicto que el vago anuncio primero del paquete social y ahora la reinstitucionalización del funcionamiento democrático que demoró 100 días en evidenciarse hace creer, entre las cuatro paredes de la Quinta de Olivos, que el campo y la ciudadanía va a terminar por comprar esta nueva propuesta-frustración.
Mientras Néstor sigue creyéndose Perón – tal como expresara mientras era llevado en andas, precedido por la procesión de funcionarios y forzudos la noche del fatídico sábado 14 de junio – la “gran idea” de democratizar la propuesta a través de la “discusión parlamentaria” que no va a darse, no es otra cosa que intentar vanamente “volver a la política” como cuestión elemental en el manual de la democracia, tantas veces olvidada por esta pareja presidencial durante estos cinco años, mal aprendidas por otros gobernantes o del todo ignorada por sucesivos gobiernos pre peronistas del siglo XX. Cien días de conflicto exacerbados desde el poder arrasaron con las unidades monolíticas dentro del mismo bloque oficialista que ahora se hallan en un estado deliberativo impensable hace apenas unos meses.
Pareció recuperar un poco de cordura, pero el Gobierno – o su pareja matrimonial – al aparecer dando un giro político que poco rato después fue desmentido por desenmascarar la orden de tratar el paquete a libro cerrado. Volvimos a las enmiendas unilaterales y a las propuestas más intolerantes, sin entender que la protesta ciudadana viene escalando de manera muy inconveniente de la mano de una creciente intranquilidad en el interior y contagiada en el conurbano y la misma capital. ¿Está el Gobierno y el matrimonio en condiciones de seguir fomentando esta crisis? El peronismo, se vio muy claramente en el acto de la Plaza de Mayo del miércoles 18, esta desgajado con gobernadores que acompañan sin movilizar, intendentes del conurbano con inquietudes similares y dirigentes sindicales tan desmovilizados como el mismo peronismo y también con muchos ausentes entre gobernadores, jefes territoriales y sindicalistas de peso.
Aquel personaje, asumido por Néstor en la conferencia de prensa del martes 17, apareciendo como una persona equilibrada distante de la sombra enfurecida que creció a la par del conflicto, y también tan distante del exaltado que, por desdicha, pisó la plaza el último sábado, se volvió a desmadrar en la Plaza del 18; mientras Cristina volvía a presentar la disputa como una guerra entre su política de redistribución del ingreso y la avaricia desmedida de un grupo que antepone sus intereses egoístas al bienestar general, él asentía y aprobaba este nuevo e innecesario baldazo de nafta.
Esta nueva radicalización incongruente de la postura oficial y la denuncia que presagian nuevos enfrentamientos al unir a los productores a los sectores golpistas del pasado – que debemos recordar fueron por lo menos los socios de la pareja durante los años duros – modula y esconde la realidad de que esta maniobra urdida desde el poder no es otra cosa que entregar todo el agro nacional a manos de los grandes pool de siembre y terminar con el proceso iniciado de concentración de la renta, el capital financiero y la tierra en muy pocas manos.
Los argumentos de ayer en el Intercontinental, primero y la Casa Rosada después y los de la Plaza de Mayo tan recientes revelan una lectura polarizada del conflicto que constituye algo mucho peor que una retórica política. Ella se funda en la persistencia inadecuada de la figura del “pueblo-esencia” marcada por Darío Roldan, que puede definirse por tras notas que la caracterizan: a. porque exalta la unidad del pueblo y la nación, b. percibe el conflicto social como una insoportable pérdida de la concordia de la comunidad y c. se forja en una dinámica de ocultamiento de divisiones internas y de exacerbación de las diferencias con lo externo – elites corruptas, rentistas avaros, cipayos -.
Pero – como aclara Roldan – una parte de la sociedad ya no se reconoce en la polarización que sustenta la imagen del “pueblo-esencia” y encuentra que esa figura del pueblo es insatisfactoria para nombrar la representación democrática; así vemos como en 1995 apoya un programa económico-político reñido con la tradición nacional y popular, y hoy podrían luego de elegir a “la derecha de Macri” y por la emergencia a que nos están conduciendo y el debilitamiento de los partidos políticos abrir el surco de “los huérfanos de la política”. Aquella representación del pueblo-esencia es insatisfactoria e ineficaz, ya no estructura el debate público, no posee fuerza aglutinante y estructurante, negándole esa insatisfacción la posibilidad de asir al pueblo, de darle forma y de representarlo.
Esta misma insatisfacción puede conducir a reforzar la representación populista y desembocar en una polarización crispada de la coyuntura. Aquí se esta viviendo más en función del pasado que del futuro, toda la acción gubernamental aparece como revancha, mucho odio sin sentido, mucha pelea sin adversarios y poca conciencia de ese pasado, y no como el logro – con aciertos, errores y pecados – de un pueblo que corrigió el camino. Esta guerra descubierta por la pareja presidencial pero que nadie sabe contra quien es y por qué, nace con un Néstor crispado que ahora nos va mostrando el fantasma del pasado – que casi todos queremos enterrar y no olvidar – que nos impide construir un horizonte colectivo.
Aquellos rasgos de “la hombría y los huevos para gobernar este país”, crispación que termina poniendo el tono a todas las protestas sociales, se convierten con Cristina en batallas; que no odian la riqueza y menos la pobreza, porque existen datos muy claros de las pecaminosas especulaciones financieras vinculadas a los cultivos de socios del poder colocados a muy buen recaudo. Mientras unos empresarios son buenos y necesarios para forjar la “burguesía nacional” – vinculados al juego o a las obras públicas kirchneristas – otros son los cucos malos de barro y paja de manos encallecidas y gastadas de esos rudos capitalistas del campo que aparecen en las rutas, acaparadores de la riqueza de la Patria.
La competitividad lograda por el campo luego de décadas de desarrollos de modos de organización del trabajo, de asociaciones de productores, de incorporación de conocimientos y tecnologías, que debieran “ser escuela” para aquellos otros que hoy necesitan de la protección del Estado para cubrir falencias, ineptitudes e incapacidades en industrias obsoletas o desactualizadas, pero que hoy no están en el banquillo de los acusados. Y eso es muy difícil de digerir para la gran mayoría del Pueblo Argentino que sabe valorar el trabajo y el esfuerzo y que conoce perfectamente los contrastes con la riqueza generada por el esfuerzo y el trabajo de aquella otra producto de la especulación o la trampa.
Pero además el pueblo no tolera más la pobreza e indigencia de millones de argentinos, dejados de lado por un Estado que no acierta en sus políticas para educar, cuidar, curar y atender a una población en medio de este aparente fluir de riqueza y despilfarro gubernamental; y mientras los problemas explotan sólo se escuchan pases de responsabilidades entre autoridades nacionales, provinciales y municipales pero ninguno contesta las demandas imprescindibles y justas mientras sus aportes, impuestos y oblaciones no vuelven a sus pueblos en mejoras a la calidad de vida.
La iracundia presidencial iluminó el problema, sin quererlo, porque quienes tienen la responsabilidad de gestionar desde los servicios hasta la seguridad pública carecen del flujo normal de recursos financieros acaparados por un Estado Nacional “bobo” que utiliza un sistema de premios y castigos en dichos repartos absolutamente antidemocrático y discrecional.
Nuestro problema estructural es político, si aprovechamos el contexto internacional, aprendemos del pasado y no queremos revivirlo, y del presente y nos damos la tregua que la sociedad reclama, es posible que construyamos el futuro que el destino, y la riqueza que Dios nos otorgó nos depara más allá de las actuales autoridades.

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