lunes, 23 de junio de 2008

El tardío intento de peronizar la Argentina – Parte 2

Ayer reflexioné sobre estilos y dignidad. Pueden compadecerse o contradecirse.
El estilo actual de gobierno agrede la dignidad y puede lograr lo que enemigos y adversarios no lograron en medio siglo: Pulverizar el peronismo.
El éxodo hacia la Democracia Cristiana y nuevos partidos.

Por Juan Carlos Sánchez

Importa una aclaración sobre el título que comparten las dos notas. ¿Por qué es tardío el intento de peronizar la Argentina? Porque el peronismo tal como es conducido no es ya capaz de generar ni entusiasmo (menos mística) ni antipatía.
La hostilidad que parte de la sociedad siente hacia el peronismo es anterior, viene de antiguo conflicto con dos enemigos que ya no existen en estado puro: el liberalismo y el marxismo. Hay también algunos residuales provenientes del conservadorismo histórico y aunque fueron los adversarios primigenios de Perón son los menos cuantitativamente y por su propensión al diálogo, los menos virulentos. Pertenecen a estadios cultos de la sociedad y sus fundamentos se encuentran en la religión y el nacionalismo.
El liberalismo como expresión política desaparece durante el gobierno de Carlos Menem y con la muerte del último grande, Alvaro Alsogaray y la prisión de su hija. Bernardo Neustadt, un autodeclarado liberal fue atípico; profundamente racionalista y pragmático, por lo que su praxis política define un estilo personal sin agregar demasiado al modelo liberal. Y esto último lo aclaro por creer que el aporte de Neustadt al campo nacional y popular fue intenso demostrando un alto grado de contaminación con tal ideario.
El marxismo por su parte es una especie en total extinción en la Argentina y en el mundo. La caída del Muro de Berlín y de la URSS transformó en dinosaurios a los nostálgicos de aquel régimen que cedieron sus espacios a los socialistas modelo Siglo XXI (Hugo Chávez por ejemplo) todos ricos y poderosos. Y debo ser franco, no creo en los socialistas ricos, son sociolistos.

No habiendo en el país oponentes ideológicos, el peronismo genera su propio enemigo: Él mismo. Se fracciona como si buscase su desaparición.
En esta etapa lo conduce Néstor Carlos Kirchner sea con el partido intervenido o ahora desde su presidencia. Sin internas, sin oposición sólida, sin debate interno y con una abrumadora cuota de clientelismo dirigencial, al personalizarse en Kirchner redirecciona hacia él la adhesión y la crítica y diluye al peronismo propiamente dicho. Y lo gracioso es que Kirchner no es peronista.

¿Por qué los peronistas perdieron la mística? Corresponde aclarar que se advierte fundamentalmente en su incapacidad para generar entusiasmo en la generación intermedia y en reclutar juventud.
Pues, porque la política se redujo a un gran negocio poco honrado en la dirigencia y rápidamente se derramó sobre la militancia que lo advirtió y no quiso quedar afuera de las ganancias. Los partidos cerrados, las unidades básicas inexistentes y las carencias intelectuales y doctrinarias de sus líderes hicieron el resto. Como si fuera poco los premiados con cargos públicos cerraron a cal y canto las listas electorales y la renovación o trasvasamiento generacional no se produjo.

Centralizado entonces el peronismo en un Kirchner excluyente, odios y amores apuntan contra él. Es bueno para el movimiento creado por Perón, en el momento en que el santacruceño abandone el ruedo comenzará una nueva etapa. Mientras tanto Kirchner le insufla conductas propias de su estilo: La violencia, la decadencia moral, el oportunismo, la institucionalización de la mentira.

Kirchner, un marginal emergente abusador del poder, no tiene escrúpulos para introducir en el ideario doctrinal elementos antagónicos a él, por ejemplo la vituperación de la Iglesia, de las FFAA y de Seguridad o la admiración al terrorismo y al Che Guevara. Busca así ampliar su base de sustentación sin nombrar a Perón y hasta gasta una chanza a quien lo expulsó de la Plaza de Mayo al decir ¡Volvimos!
Controla un sector de la izquierda discursiva (que también es rica sin derramar la riqueza) adquiriéndola con cargo a partidas diversas del presupuesto nacional sin prever que quien se vende una vez posiblemente lo haga otras y a otros dueños. Y como la riqueza personal se hace inocultable en el matrimonio y especialmente en los gustos casi excéntricos de su esposa, la relación entre todos es exclusivamente comercial. Si Kirchner alguna vez intentó virar hacia la izquierda con el peronismo indudablemente equivocó el camino y la elección de sus aliados.
Pero los está gratificando con la pulverización del viejo partido.

Ahora intenta un retorno que nadie cree. Lo hace con descuidado estilo acompañado de las más resistidas manifestaciones de lo peor del peronismo. Su esposa lo acompaña, desarrollan un juego pendular de efectos mediáticos que confunde sobre quién es quién en esa dupla. Todo es confuso en el kirchnerismo. Todo confronta, hasta consigo mismo, es la hipérbole de la contradicción.
Parece un puzzle al que le faltan piezas.

Pero queda claro que en las actuales circunstancias que vive la Argentina nadie salvo Carrió puede pensar en construir algo a futuro sin el peronismo, captándolo, asimilándolo y deglutiéndolo finalmente tal como Menem hizo con el liberalismo y Kirchner con el radicalismo. Carrió mismo busca la pata peronista para su proyecto e intenta inadecuadamente usar elementos de la liturgia tradicional del partido de Perón.
La renacida Concertación Plural que lidera el Vicepresidente Julio Cobos ejecuta movimientos de atracción similares. Cuenta para ello con un instrumento valiosísimo tal es la Democracia Cristiana que lidera Carlos Traboulsi. Hay mucha cercanía ideológica y doctrinaria entre los demócratas cristianos y los peronistas, ambos abrevan de la misma fuente y reivindican los mismo valores (que no son los del kirchnerismo) y es el PDC un reducto apetecido por los que emigran desalentados del PJ. Otros intentan nuevas estructuras partidarias con la esperanza de ser admitidos en el futuro gran frente.

Todo esto sustenta la idea de que intentar la peronización de la Argentina desde la conducción formal del PJ o del Estado Nacional es una utopía. El elam vital del peronismo está intacto aunque deprimido, es de esperar que no muera por aplastamiento.


E-mail del autor: zschez@yahoo.com.ar
23 Jun 08

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