miércoles, 18 de junio de 2008

La decisión no abre el debate: Lo suprime

A Diputados se envió un texto “blindado”. Sólo cabe aprobarlo o rechazarlo. Sucedió lo mismo cuando Néstor Kirchner buscó la aprobación parlamentaria de su controvertido pago al FMI. Lo primero en suprimirse fue el debate.

Por Carlos Pagni

Al enviar al Congreso un proyecto de ley de retenciones móviles, Cristina Kirchner encontró ayer una salida, al menos provisional, para el laberinto en el que deambuló, extraviada, durante casi 100 días. La Presidenta organizó una jugada de manual, que sólo llama la atención por lo tardía: ahora quienes se quejen por la voracidad fiscal de su gobierno deberán presionar sobre las Cámaras. Las manifestaciones –presumen los Kirchner– se reorientarán hacia la plaza del Congreso y abandonarán la de Mayo. Y el que se oponga a lo resuelto por el oficialismo ya no se levantará contra una resolución, sino contra una ley. Por lo tanto será tildado, con mayor verosimilitud que hasta ahora, de golpista. La idea de servirse del Congreso para encontrar una salida negociada a la crisis ha sido descartada: a Diputados se envió un texto “blindado”. Sólo cabe aprobarlo o rechazarlo. Sucedió lo mismo cuando Néstor Kirchner buscó la aprobación parlamentaria de su controvertido pago al FMI. Lo primero en suprimirse fue el debate.

El peronismo cuenta con una mayoría muy cómoda para convalidar la medida. Pero pagará el alto costo de votar una norma que corroe como pocas su base electoral. Los diputados y senadores que levantarán la mano para ratificar el impuestazo se deben en su mayoría a un electorado rural que los pondrá a prueba.

Más allá del deterioro que todo el trámite puede producir en la ya dañada capacidad electoral del oficialismo, queda abierta una pregunta elemental, que acaso el Gobierno no terminó de formularse.

El clima de desasosiego que pesa sobre el país en las últimas semanas, la pérdida de consenso social que socava al Gobierno y los cacerolazos que terminaron por dramatizar esos fenómenos, ¿son la consecuencia de un impuestazo desagradable e inconsulto, o son la reacción más amplia frente a un estilo de administrar y hacer política que desnudó que la gran crisis de 2001, que los Kirchner venían a clausurar, se ha profundizado?

La Presidenta dijo ayer que la historia se repite, primero como tragedia y después como comedia. La decisión que anunció ilustra casi a la perfección esa sentencia de Carlos Marx. Se trata de un plan de fuga que los Kirchner adoptaron en otros incendios en los que estuvieron atrapados.

* * *

Cuando estalló el escándalo por el asesinato de Axel Blumberg, el ex presidente ordenó una batería de reformas legislativas que desviaran a la multitud hacia el Congreso.

Juan Carlos Blumberg llevó sus desvelos al Parlamento y controló, apoyándose en un álbum con la foto de cada legislador, a los que aprobaban o rechazaban sus propuestas.

Hubo otro Vietnam del que los Kirchner intentaron escapar con una táctica como la de ayer: la crisis en la que quedaron envueltos en Misiones en octubre de 2006. Después de hundirse en las arenas movedizas del peor caudillismo, la por entonces senadora por Buenos Aires abrió para su esposo una salida de emergencia. Cristina Kirchner convocó entonces a su despacho a un grupo de periodistas a cuya consideración sometería un apresurado proyecto de reducción del número de jueces de la Corte.

Desde la Casa Rosada se demonizó al que osara conseguir otro mandato al frente de una provincia.

Y, aprovechando unas escandalosas declaraciones en favor de Irán en relación con el atentado a la AMIA, el gobierno se deshizo del piquetero Luis D Elía.

Aquella crisis ocupa el turno de la comedia si se la compara con la de estos días. Pero la escapatoria de ayer obedece a la misma forma mentis . La Presidenta sacó la bandera blanca de la calidad republicana para aplacar a quienes le reprochan haberse sumergido en pésimas prácticas institucionales.

Su esposo, un rato antes, simuló tender un puente conciliatorio con el periodismo debutando como protagonista de una conferencia de prensa. Como en 2006, D´Elía ardió en la hoguera de esa purificación: Kirchner se desentendió de sus acusaciones contra Eduardo Duhalde y también de su llamado a armarse en defensa de la Patria.

Pero a los gestos de ayer les falta mucho para ser más que un mero lifting . Kirchner defendió la libertad de expresión mientras interrogaba a los periodistas sobre el medio para el que trabajaban, una forma de demostrar que sus preguntas estaban inspiradas en los oscuros intereses de sus empleadores.

Como haría un rato más tarde su esposa, el ex presidente identificó los cortes de ruta con el golpismo. A su lado aplaudía Hugo Moyano, quien viene abultando el padrón de su sindicato de camioneros al obligar a los empresarios a suscribir su convenio mediante el bloqueo de la salida de los depósitos.

Kirchner identificó la defensa del Gobierno con la defensa de la democracia. Y a la resistencia rural con el golpismo y la dictadura.

Su esposa profundizó el argumento, sobre todo por el contexto en el que formuló su anuncio.

Faltó poco, casi nada, para que las retenciones móviles quedaran identificadas con los derechos humanos y quienes se rebelaron contra ellas, con los autores de la masacre de Plaza de Mayo de 1955.

La Nación

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